El actor mexicano Ernesto Gómez Cruz, famoso por su destacada participación en cine y televisión, falleció este 6 de abril, reportó la Asociación Nacional de Actores, en su cuenta de Twitter.
La Asociación Nacional de Actores lamenta el sensible fallecimiento de nuestro Compañero Ernesto Gómez Cruz. Nuestras condolencias a sus familiares, amigos y compañeros. La comunidad artística en México sufre hoy la pérdida de un gran artista y compañero. QEPD @ErnestoGmzCrz»
Ernesto Gómez Cruz nació en Veracruz el 7 de noviembre de 1933 y cuenta en su haber con más de doscientas películas. Ha trabajado con grandes directores como Miguel Littin, Felipe Cazals, Arturo Ripstein y Luis Estrada; también ha laborado con actores de la talla de Damián Alcázar, Ignacio López Tarso y Pedro Armendáriz Jr., entre otros.
Ernesto Gómez Cruz
Hoy, el mundo del espectáculo mexicano y el cine internacional pierden a una de sus figuras más emblemáticas, Ernesto Gómez Cruz, reconocido por su vasta contribución a la industria cinematográfica. Nacido el 7 de noviembre de 1933 en Veracruz, México, Gómez Cruz se aventuró en el mundo del arte inicialmente con aspiraciones musicales, pero pronto encontró su verdadera pasión y vocación en la actuación, dejando una marca imborrable a lo largo de su carrera con más de 154 películas.
A lo largo de su trayectoria, Ernesto Gómez Cruz fue aclamado y reconocido con múltiples nominaciones al premio Ariel, reflejo de su versatilidad y capacidad para adentrarse en complejos personajes. Entre sus obras más destacadas se encuentran «El infierno» (2010), «El crimen del padre Amaro» (2002), y «El imperio de la fortuna» (1987), proyectos que no solo demostraron su talento sino también su compromiso con el arte de la actuación. Fue uno de los últimos sobrevivientes de la Época de Oro del cine mexicano, un periodo en el que la industria alcanzó reconocimiento mundial gracias al talento y dedicación de figuras como él.
Su filmografía abarca títulos que han dejado una huella profunda en la historia del cine latinoamericano, como «Reed: México insurgente» (1973), «Raíces de sangre» (1978), y «Callejón de los milagros» (1995), demostrando su habilidad para navegar por una amplia gama de géneros y temas.
La partida de Ernesto Gómez Cruz deja un vacío en la pantalla grande, pero su legado perdura en cada uno de sus trabajos, testimonio de una vida dedicada a la expresión artística y al enriquecimiento cultural. Su nombre quedará grabado no solo en la memoria de aquellos que tuvieron el placer de conocerlo y trabajar con él, sino también en la de las futuras generaciones que descubrirán su trabajo y se inspirarán en su pasión por el arte de contar historias.
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